1791-1816) Patriota colombiano. En 1810, en Santa Fe de Bogotá, dirigió la revuelta que dio lugar a la proclamación de la independencia y organizó una junta popular permanente. Víctima de la represión de Morillo, fue ejecutado. Prócer de la Independencia nacido en Santafé de Bogotá, en 1778, muerto en la misma ciudad, el 19 de junio de 1816. Conocido en la historia de la independencia de Colombia como el "chispero de la Revolución", por su acción dinámica y decisiva en los hechos políticos del 20 de julio de 1810, José María Carbonell era hijo de José Carbonell y María Josefa Martínez Valderrama. Recibió sus primeras enseñanzas en el Colegio Mayor de San Bartolomé, y después trabajó con la Expedición Botánica. Influenciado por la Ilustración y el racionalismo cuando las ideas de la modernidad entraron al Nuevo Reino de Granada, precisamente por el camino de la Expedición Botánica, fue nombrado amanuense de la Expedición, bajo las órdenes de Sinforoso Mutis. Era un escribiente u oficial de pluma, y le correspondía copiar lo que se necesitara en las investigaciones de los miembros de la Expedición Botánica, en especial del sobrino de Mutis. Una de las obras que escribió como amanuense fue la Historia de los árboles de la quina, obra póstuma del sabio José Celestino Mutis. El ambiente de libertad y de independencia que se vivía en la Expedición Botánica fue esencial en el pensamiento y la acción del criollo José María Carbonell. El pensaba que lo más importante en el proceso revolucionario era la acción del pueblo, de las clases humildes; ello señala que, según Carbonell, el pueblo era la base única de toda empresa fecunda. El 20 de julio de 1810 fue Carbonell quien movió las masas santafereñas en las horas de la tarde y de la noche. Según los cronistas de esta fecha, los próceres Francisco José de Caldas y José Joaquín Camacho desde el Diario Político, Carbonell realizó una inmensa actividad con los sectores populares: corría de taller en taller, de casa en casa, sacaba gentes y aumentaba la masa. Carbonell atacó La casa de Infiesta; él lo prendió y, a la vez, fue su ángel tutelar para salvarle la vida. Carbonell ponía fuego por su lado al edificio de la tiranía, y nacido con una constitución sensible y enérgica, rayaba en el entusiasmo y se embriagaba con la libertad que renacía entre las manos, decía el Diario Político. En la primera República granadina, Carbonell fue apasionado centralista, siguiendo la tendencia partidista del precursor Antonio Nariño. Se recuerda la escena cuando Carbonell pisoteó públicamente el periódico La Gaceta, órgano de los federalistas, lo cual dio origen a la denominación de "carracos" y "patiadores". Durante la Primera República, Carbonell ocupó diversos cargos: capitán de milicias de infantería, oficial mayor de cajas, contador y tesorero de Hacienda de Cundinamarca. Siempre abogó por la libertad y la independencia; abogó también por una administración más pura, más amplia, liberal, más acorde con las nuevas y necesidades del recientemente conformado Estado nacional. En los años de la reconquista española en el Nuevo Reino de Granada, cuando se instauró el terror y la persecución a los criollos revolucionarios, cayó el chispero de la revolución del 20 de julio de 1810. La reseña que el pacificador Pablo Morillo hizo sobre la participación de Carbonell en la Independencia dice: José María Carbonell. Fue el primer presidente de la Junta tumultuaria que se formó en esta capital, quien puso los grillos al excelentísimo señor virrey Amar, y lo condujo a la cárcel; el principal autor y cabeza del motín, el que sedujo a las revendedoras y a la plebe para insultar a la excelentísima señora virreyna, cuando la pasaban presa de la Enseñanza a la Casa del Divorcio; ministro principal de Tesoro Público; acérrimo perseguidor de los españoles americanos y europeos que defendían al rey, y uno de los hombres más perversos y crueles que se han señalado entre los traidores>,. El 19 de junio de 1816 Carbonell fue ahorcado en la Huerta de Jaime, en Bogotá. Antes de morir hizo al pie del suplicio una plática que enterneció a los patriotas; le dijo al verdugo: Yo te perdono de corazón, que tú no tienes la culpa [Ver tomo l, Historia, pp. 241-242, 251 y 256].
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